En aquel verano que pasé de la primaria a la secundaria, cuando tuve mi primera menstruación, jamás se me habría ocurrido escribir abiertamente sobre el tema. Un par de años antes, en la escuela nos habían dado una breve introducción a los cambios que se avecinaban, entonces dividieron al puberto grupo: a los chicos los mandaron a jugar al patio y en el salón solo quedamos las niñas. A partir de entonces pasé demasiado tiempo abordando el tema con discreción, en el entendido de que era un asunto privado que no necesitaba comentarse con nadie (más allá de mi mamá, quizá), mucho menos algo que tuvieran que saber los hombres.
Error. El que la menstruación sea un tabú solo abona a la desinformación y nos mantiene alejadas de la posibilidad de elegir otras maneras en las que podemos relacionarnos mejor con ella: formas más amables no solo para nuestro cuerpo, nuestro estado de ánimo o nuestra salud en general, sino también para el planeta.
Y aún más, todavía existen contextos en los que la menstruación no solo es un tema censurable, sino que hay supersticiones, prejuicios e ideas falsas en torno a ella que provocan que las personas sean víctimas de violencia, discriminación y exclusión.
Por eso es que hoy quiero hacer mi pequeña contribución y dedicarle una entrada a la copa menstrual, producto de cuidado al que llegué gracias a la recomendación de mujeres de toda mi confianza, quienes me contaron su experiencia usándola.
Prefiero no usar el término producto de "higiene femenina", pues estoy de acuerdo con que esta manera de referirnos a las toallas o tampones, entre otros, contribuye a la idea equivocada de que hay algo sucio en la menstruación (y por ende, ahí escondidito, que es o debería ser fuente de vergüenza). Además, en la actualidad no todas las personas que menstrúan se identifican dentro del género femenino.
Volviendo a la copa. Por fin me animé a probarla y debo decir me ha resultado muy cómoda. Más allá de que la relación con el sangrado es más directa, lo que de entrada me gustó es que, tal como he experimentado con los tampones, la copa no se siente una vez que la colocas correctamente dentro de la vagina, pero, a diferencia de éstos, no absorbe el flujo sino que lo recolecta (de modo que no la reseca).
Al principio, en lo que agarraba práctica para maniobrar con ella, sentí un poco de incomodidad al retirarla, pero nada grave. En mi caso fue cuestión de encontrar la posición ideal y respirar profundo (no es como que haya forma de que la copa se pierda dentro del cuerpo); lo mejor es estar relajada durante el proceso.
Por otro lado, no he tenido fugas y es muy conveniente no tener que cambiarme varias veces al día, pues está diseñada para que pueda utilizarse hasta por 12 horas seguidas, dependiendo de la cantidad de flujo. Además, mi zona genital y vaginal ya no está en contacto químicos :)
Otro aspecto que me convenció totalmente es la reducción de basura: adiós a los aplicadores de los tampones, sus bolsitas, la caja, el instructivo y adiós al tampón en sí. Qué paz pensar que puedo ahorrarle al planeta tanta contaminación: en promedio, una persona genera ¡136 kilos! en desechos de productos de cuidado menstrual a lo largo de su vida. El ahorro de dinero es un atractivo adicional.
Ya que se trata de un producto reutilizable, es importantísimo tener buenas medidas de asepsia: lavarse muy bien las manos cada vez que se va a manipular la copa; esterilizarla antes de usarla por primera vez, y lavarla con jabón neutro al retirarla y antes de colocarla nuevamente, así como al finalizar el ciclo guardarla en una bolsita de algodón lejos de perfumes.
Dependiendo de la marca que se elija, existen distintas tallas de acuerdo con la edad, cantidad de flujo, de actividad física o si se ha tenido un parto. Yo compré la DivaCup, fabricada con silicona de grado médico, disponible en tres tallas: 0, 1 y 2 (esta última, por ejemplo, sugerida para mayores de 30 con flujo abundante).
Si te interesa probarla, más allá de platicar con tus personas de confianza sobre su experiencia con ella, es importante que aclares cualquier duda con tu especialista médico y acudas a una cita ante cualquier contratiempo.
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